
Para dar respuesta a un comentario anónimo de alguien que siempre me honra con su visita, he decidido dedicar unas líneas a la explicación del pez cubano conocido como “Claria”. Este último, también conocido como pez diablo, se dice que llegó a Cuba proveniente de la India Oriental y del sudeste Asiático, yo me atrevería asegurar que según el comportamiento satánico de este pez, su aparición en Cuba fue producto de una mezcla experimental del pez gato con sangre Castrista.
Poco tiempo después de su advenimiento, el extraño ejemplar de bigotes y cola pronunciada, la cual le permite mediante fuertes sacudidas avanzar por tierra y permanecer en ella por muchas horas, hoy en día se ha convertido en una fuerte amenaza para la fauna y vegetación acuática de la isla. Se dice que su proliferación es tan rápida como la del mosquito y su hambre tan voraz como la de los cubanos que se alimentan de este animal.
La claria puede ser encontrada en zanjas, alcantarillas y en algunos casos, las de menor tamaño, han sido descubiertas dentro de las tuberías de desagüe de algunas casas cubanas. Aunque tampoco es raro verlas reptando por las aceras de algunos pueblos del occidente del país, este animal viene condicionado con un sistema capaz de respirar por medio de una modificación del arco branquial que crea la cámara de aire que le permite abastecerse de oxígeno durante sus paseos terrestres.
Este anfibio no discrimina nada a la hora de ingerir, arrasa con todo a su paso, reptiles, aves, roedores, mamíferos pequeños y hasta ejemplares de su propia especie. Es un depredador en potencia que de forma desmedida se ha adueñado de las presas y ríos cubanos, tal como hiciese en mi tierra (según mis conclusiones biológicas) uno de sus progenitores. Sin lugar a dudas, se puede garantizar que la maldad es transmisible en los genes.
PD: Por el tamaño que puede alcanzar y su rápido crecimiento, la claria se ha convertido en un alimento de alta demanda en la isla.