Tuesday, October 6, 2009

Estoy de cumpleaños.


Fueron siete infructuosos intentos de escape los realicé junto a mis padres antes de poner un pie en la embarcación que nos traería a la tierra soñada, tal como si se tratase de una fuga al mejor estilo prison break, hubo tantos intentos fallidos que el propio Michael Scofield hubiese desistido. Vale resaltar que en mi caso no llevaba tatuado en el cuerpo el mapa de mi cárcel, lo que hizo más difícil la tarea de encontrar los puntos más estratégicos de la isla para el sorprendente embarque. No obstante, quien persevera triunfa y por falta de esto no íbamos fallar, después de tantas despedidas, finalmente llegó el día que no regresamos a casa.

Mientras me alejaba de las costas de Cuba y me acercaba a mi destino, iba creciendo mi fe y mi esperanza de un futuro mejor. Iba dejando atrás familiares y amigos, también dejaba 18 años vividos sin libertad y sin derecho de poder sustituir a las personas que me privaban de ella; queda bien claro que un pueblo no renuncia nunca a sus libertades sino bajo el engaño de una ilusión. Bajo esa ilusión creció todo un pueblo que ya no tienes fuerzas ni valor para enfrentar a quien los oprime y maltrata, por eso buscamos vías de escape para lograr obtener en otra nación lo que nos corresponde a todos como derecho y nos ha sido negado en nuestra tierra natal.

Por varias horas navegué por ese insensible mar donde tantos paisanos han perdido su vida y sus sueños. Pude imaginar cuanta agonía, frustración y desamparo habrán vivido tantos miles de cubanos que encontraron la muerte sin conocer la libertad, siendo éste el único propósito por el cual arriesgaron su vida. Hay quienes durante su travesía han visto imágenes que difícilmente olvidarán, recuerdo las palabras pronunciadas por mi tío narrando la historia de su viaje, donde vio una balsa a la deriva con una camisa ondeando al viento, junto a ésta, una muñeca de trapo naufragaba en los brazos sin vida de quien fuese su dueño, esas 90 millas que separan nuestra isla de cayo hueso, también ha separado a numerosas familias de forma irremediable. Ese estrecho de la Florida que un día recorrí, ha sido testigo mudo del dolor sufrido por aquellos que sin lograr su meta han perecido en el intento de alcanzar su sueño.

Hoy no puedo más que agradecer a Dios por sus bendiciones y por habernos protegido en cada instante de esa trayectoria. A escasas horas de haber abandonado nuestra isla finalmente llegamos a la tierra soñada, fuimos el primer grupo de cubanos que llegó a las costas de la Florida después de los atentados del 11 de Septiembre del año 2001, justo un día antes que el país se declarara en guerra, nosotros, ganamos la nuestra. Un día como hoy hace 8 años esta gran nación me abrió sus puertas, un día como hoy conocí la libertad y he renacido, un día como hoy, logré mi sueño.