Cuba. ¿Mascaras o disfraz?

Después de varios años alejados de Cuba he regresado a la tierra que me vio nacer, en esta ocasión el recorrido de vuelta no fue marítimo sino aéreo, un boeing 737-800 de la aerolínea Visión fue la máquina del tiempo que me transportase a la isla que lleva más de medio siglo detenida en el tiempo.

Desde mi aterrizaje en suelo capitalino pude percatarme de las “altas medidas de seguridad” que existen en Cuba ante las enfermedades virales que enfrentan los países vecinos. Casi una docena de agentes enmascarados como para realizar una operación de alto riesgo rodearon la nave para asegurarse de que no bajase nadie sin ser inspeccionado. Un personal de salud pública interroga a cada uno de los pasajeros para evaluar si estábamos saludablemente aptos para permanecer en suelo cubano. Es realmente gracioso ver todo ese aspaviento mientras ellos se asfixian de calor con esas telas verdes que les cubren nariz y boca y ante la ausencia de aire acondicionado producto del plan de ahorro de energía eléctrica recientemente implementado en la isla.

Todo ese circo higiénico queda atrás una vez que sales del aeropuerto y te enfrentas a la realidad cubana, cientos son los enfermos que hay actualmente en Cuba producto de enfermedades como el dengue, conjuntivitis hemorrágica y otras provocadas por la inmensa insalubridad que existe en toda la Habana. En el barrio donde nací y viví toda mi infancia el brote de Dengue está arrasando con todos. Los hospitales se encuentran saturado de pacientes contagiados y cada vez son menos los médicos para atenderlos, recuerden que la “potencia medica mundial” ha dispersado su personal de salud por los países del centro y sur América, dejando a la Isla con una gran escasez de lo que tanto presumen.

Ante las altas sumas de contagiados, los empleados de la campaña contra el mosquito Aedes aegypti se encuentran trabajando tiempo extra, revisando cada rincón de las casas buscando el foco del mosquito transmisor de esta enfermedad y fumigando todo a su paso con un químico que al parecer más que erradicarlos los alimenta ya que cada vez son mayores las cifras de los infectados. Por supuesto estas estadísticas nunca serán relevadas de forma pública, pero no por eso dejan de ser visibles.

Recuerdo estar visitando la casa de un vecino cuando vinieron a inspeccionarla, mi amigo Enrique terminó siendo multado por aparentemente tener un tanque de almacenaje de agua mal tapado. Aprovechando la ocasión me tomé el atrevimiento de preguntarle al jefe del equipo que allí se encontraba lo siguiente.

¿Porque multan a este hombre por eso cuando a la vez hay una fosa que fluye sus sucias aguas por el frente de la casa, quien es el responsable de esto y a quien irán ustedes a multar en este caso?

Después de mi pregunta recibí como respuesta la información de que el mosquito en cuestión vivía exclusivamente en aguas limpias, por lo que esas perniciosas aguas que fluían y se almacenaban en los históricos baches de la calle no representaban peligro alguno ya que estas no ayudaban a la proliferación del mosquito. Ante tan graciosa y sorprendente respuesta arrojé mis propias conclusiones. La insalubridad que invade a Cuba es parte de la batalla contra la erradicación del pulcro y maléfico insecto. ¿Sorprendente no? ¡Jamás lo habría imaginado!